sábado, 13 de octubre de 2012

Mi vida desde esta otra orilla II (1916-1919)



En 1916, creo recordar, tuve la primera experiencia amorosa con una mujer: ella tenía unos veintiocho años y yo apenas catorce. De aquello solo me queda la confusión de un “no sé qué que quedé balbuciendo”. No sé si esta experiencia me la proporcionó mi madre, involuntariamente, al llevarme, como solía hacer en verano, a un balneario en el que pasaba un par de meses para fortalecer mi maltrecha salud (y así contribuir a su tranquilidad, siempre inquisidoramente maternal)
         Por entonces leí por primera vez a Unamuno: Nada menos que todo un hombre y El espejo de la muerte. Su admiración adolescente vivirá ya conmigo y crecerá junto al escritor y el hombre que he sido.
En 1918 llegué a ser “redactor jefe” del modesto semanario El Inédito, dirigido por Sainz de Robles: en él aparecieron mis primeros textos publicados, aunque con el seudónimo de Anselmo Reguera.
El lunes 9 de junio de 1919, con diecisiete años, fundé, junto a José María Palomino, Hipólito Hidalgo de Caviedes y otros, una tertulia literaria en el Café Nuevo de Platerías, de la que llegó a hacer propaganda verbal y escrita el mismo Ramón Gómez de la Serna. A ella asistían  personas de la categoría de los citados o de José López Rubio, Sainz de Robles, Pedro Caravia (¡ese  amigo del alma!), Humberto Esquivel o César González Ruano. A finales de diciembre (y hasta julio de 1920, por una disputa con un camarero) tuvimos que abandonar ese local de reunión y pasar a una chocolatería de la calle de Alcalá, cerca de El Retiro: la bautizamos como “El Sotanillo". En julio volvimos a cambiar de sede: nos trasladamos al Café de Castilla hasta noviembre, desde donde volvimos a Platerías en el encuentro número 77 (22 de noviembre de 1920). Esta tertulia tuvo una publicación (“periodiquín” lo llamaba yo), Hispania, en el que llegó a participar Ramón Gómez de la Serna.
         El 30 de junio de 1919 Vando Villar publicó en la revista en Grecia el Segundo Manifiesto Ultraísta. Por entonces (creo que el 1 de abril) edité un poema en esta publicación de vanguardia: “Músicas en la noche”. El texto, fechado en marzo de este año, formaba parte del libro Motivos del ultra, que pensaba publicar en abril o mayo de ese año y que nunca llegó a ser más que un proyecto, como la mayoría de los abortos editoriales que componen mi obra.

4 comentarios:

  1. ¿Esa fotografía, don José María: de dónde ha salido?
    Me alegro de la continuidad de su biografía a contratiempo...

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    1. La llevaba, querido Àbradas, mi padre en su cartera. Es un encuadre de la imagen que me presentaba junto a mis compañeros, en 1920, de la Facutad de Derecho en Madrid. Le hizo mucha ilusión (tanta como a mí fastidio el tener que seguir su presión)que yo siguiese la senda que él no pudo acabar. Ahora me recuerda mi equivocación profesional: como escritor no llegué adonde quería y como abogado ya nunca lo sabremos...

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  2. Curiosa peripecia la suya en el mundo del periodismo. Suena incluso más confusa que su primera experiencia de amor.
    Debe saber que comparto (también por motivos de estrés y angustia) ese vicio de los balnearios (entiéndase vicio en el sentido más hedonista del término)que usted practicó en vida.

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  3. Confesiones sin confesionario. Unas más personales otras más públicas pero todas de interés, foto incluida.

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